La lectura en Guatemala

El otro día estaba buscando temas para comentar y me encontré con un articulo muy interesante que me llamó la atención, éste se titulaba “la lectura como acto político” (Donis, Julio, diario “La Hora”, versión en línea en http://www.filgua.com/P20080411.html). Me pareció muy atractivo porque hace una crítica al gobierno y a los gravámenes de los libros, lo que yo considero algo ilógico y aberrante porque en un país del tercer mundo, donde lo que necesitamos es la gente comience a leer para civilizarnos, no es correcto ni coherente que el gobierno imponga impuestos a los libros. En su artículo, Julio Donis menciona que “En la medida en que una sociedad lea, en esa medida se forma, se sensibiliza, se politiza y se humaniza.” Este es un gran ejemplo de por qué la literatura debería ser exenta de cualquier costo extra; si la población guatemalteca no lee con los actuales precios de los libros, ¿Qué sucederá cuando éste aumente? Además, nuestro país tiene un gran legado de escritores que deberíamos de comenzar a leer para entender las distintas épocas por las que ha pasado el país y culturizarnos; algunos ejemplos son: Mario Monte Forte, Arévalo Martínez y Flavio Herrera, entre muchos otros. Sin embargo, existe uno que se destaca por su abundante crítica social y descripción de la sociedad guatemalteca: Miguel Ángel Asturias. Es imposible e inaceptable que una persona no lea una de las obras de este gran escritor guatemalteco porque no tenga la capacidad de adquirir el libro. No digo que únicamente sea el precio de las obras literarias lo que detiene a una persona de comprar uno. También creo que una de las razones más importantes de la poca cultura guatemalteca es que a la gente no le gusta leer porque no se nos enseñó desde pequeños a hacerlo. Este es el trabajo de los padres pero, muchas veces, éstos lo delegan a los colegios o casas de estudio que no están calificadas para enseñar el gusto de la lectura, sino únicamente cómo se interpretan las letras. Para ejemplificar esto, propongo que nos hagamos unas preguntas: ¿Cuántos libros nos han regalado nuestros papas? Y, ¿Cuántos juegos de video o cuantos celulares nos han obsequiado? Probablemente la respuesta a la segunda pregunta sea una cantidad mucho más alta que la de la primera. Esto puede resultar un problema porque es en casa donde tenemos la libertad de escoger lo que queremos leer, en cambio, en el colegio nos dan los textos que van acorde a la clase. Es muy improbable, si no imposible, que un día un profesor nos diga: “Lean Harry Potter porque estamos viendo la época barroca”. Entonces, el único lugar donde podemos leer lo que de verdad nos gusta en es nuestros hogares, donde deberíamos aprovechar cada momento que tenemos para hacerlo. Los invito a realizar un experimento: un día no enciendan su computadora al nomás entrar a su cuarto, no vean programas de televisión ni se pongan a hablar por teléfono. Agarren aquel libro empolvado que les regalaron una vez, hace mil años, e intenten hojearlo. Tal vez encuentren que esto los enriquece más que todas las demás cosas juntas.

Jose Francisco Ardón

Fotografía obtenida de: .bp.blogspot.com/_S4-IXISld7U/STqR6n2l_SI/AAAAAAAABpU/p6OkFMayzHU/s400/chicos+estudiando.jpg